Una de las lesiones a las que más se debe enfrentar Enfermería en el campo de la traumatología y la ortopedia son las lesiones medulares. Como sabemos, la médula espinal forma parte del SNC y es la vía por la que el cerebro recibe información del resto del organismo y envía las órdenes que regulan los movimientos. Se extiende des la base del cerebro hasta la región lumbar. Cuando se produce una lesión medular la conexión nerviosa se ve interrumpida o alterada pudiendo producir parálisis de la movilidad voluntaria y ausencia de sensibilidad por debajo de la zona donde se produce la lesión.
Dependiendo del lugar donde se produce, las lesiones medulares pueden ser más o menos graves. Si la lesión tiene lugar a nivel cervical nos encontramos ante una tetraplejia, perdiendo el paciente la sensibilidad y la movilidad voluntaria de las extremidades superiores e inferiores de todo el tronco. Si la lesión se produce a nivel torácico y lumbar tenemos una paraplejia, que se manifiesta mediante una falta de sensibilidad y/o parálisis total o parcial de las extremidades inferiores y de la parte del tronco sublesional. La lesión medular a nivel del cono medular y de la cola de caballo produce afectación de la sensibilidad y reducción de la movilidad voluntaria, pero en la mayoría de los casos se preserva la capacidad de marcha. La secuela más notable es la pérdida del control sobre los esfínteres y la alteración en la esfera sexual.
Además, de la lesión medular se derivan también otras consecuencias que se presentarán en función del grado y nivel de la lesión, como falta de control de los esfínteres, dolor neuropático, espasticidad, alteración de la esfera sexual, problemas en la piel (como úlceras por presión), alteración de la función respiratoria, osteoporosis etc. Por el momento las lesiones en la médula espinal son irreversibles ya que no se regenera por sí misma y tampoco es posible su reparación quirúrgica.
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