La gangrena gaseosa es una de las enfermedades infecciosas más graves y se caracteriza por la rápida progresión de la destrucción de los tejidos blandos y la producción de gas. Su causa principal son las heridas traumáticas. Puede ser traumática o postoperatoria (70% de los casos) y no traumática o espontánea. El Clostridium (C) perfringens es el microorganismo que se aísla en el 80% de los pacientes que presentan gangrena gaseosa traumática. Es de aparición fulminante y se caracteriza por fiebre, dolor intenso que no se alivia con analgésicos, edema local severo, mionecrosis extensa y acumulación de gas en el lugar de la infección. La piel alrededor del sitio de la infección se pone tensa y cambia de color, en tonalidades que varían del bronceado pálido al rojo púrpura. También encontramos bulas de contenido hemorrágico.
El diagnóstico se realiza mediante los antecedentes, el cuadro clínico y los aspectos positivos de los complementarios, dentro de ellos el cultivo y la histopatología. El retraso en la cirugía de más de 12 horas está asociado a una alta mortalidad. La amputación precoz y la colocación de una prótesis acortan la estancia hospitalaria y reducen considerablemente la mortalidad.
Imagen de una pierna con gangrena gaseosa |
La GG se ha relacionado en la historia con lesiones de guerra e infecciones posoperatorias, así como en una serie de casos que ocurren de forma espontánea, favorecidos por los siguientes factores de riesgo: diabetes mellitus, ateroesclerosis, enfermedades malignas, alcoholismo crónico, uso de corticoesteroides, abuso de drogas intravenosas, malnutrición, obesidad, diverticulitis oculta y enfermedad vascular periférica, entre otros.
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