La artrosis es una patología reumática que lesiona el cartílago articular, produciendo dolor, rigidez e incapacidad funcional. Normalmente la artrosis se localiza en la columna cervical y lumbar, y algunas articulaciones de hombro y de los dedos de las manos, cadera, rodilla y la articulación del comienzo del dedo gordo del pie. Es importante diferenciarla de la artritis. Las dos son enfermedades reumáticas que cursan con dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones, pero en la artrosis el desgaste es la causa, mientras que en la artritis lo es la inflamación. Por ello mismo el dolor en los pacientes que sufren artrosis es de tipo mecánico, es decir, se desencadena con los movimientos y mejora con el reposo.
Esta enfermedad reumática no es hereditaria, aunque sí existe un componente de riesgo genético que, junto con otros factores, puede hacer que aparezca con más facilidad en los sujetos que presentan una historia familiar. Además existen factores de riesgo como la obesidad, la falta de ejercicio físico o las alteraciones en la postura que influyen en el desarrollo de la enfermedad y modificarlos está al alcance del propio paciente tanto para prevenir o retrasar los síntomas como para favorecer al tratamiento. Afecta especialmente a mujeres mayores de 55 años, en parte debido a la menopausia, pues está demostrado que la disminución de los niveles de estrógenos que se producen en esta fase es un factor de riesgo para su desarrollo. También los traumatismos en lar articulaciones son factores de riesgo para el desarrollo de esta patología en años posteriores. La artrosis es una enfermedad extremadamente frecuente entre la población de mayor edad. En España afecta a un 10% de la población general.
El síntoma que más preocupa a las personas con artrosis es el dolor y es uno de los puntos que el personal de enfermero debe tratar. Al principio este se desencadena cuando se mueve o se realiza un esfuerzo con la articulación y suele cesar con el reposo. Posteriormente, el agravamiento de la artrosis hará que el dolor aparezca tanto con el movimiento, como con el reposo. Uno de los puntos buenos del dolor artrósico es que no siempre es constante, por lo que los pacientes pueden estar durante largos periodos de tiempo sin padecer dolor, lo cual no significa que la artrosis no siga su evolución.
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